jueves, 2 de abril de 2009

Davias



Esta historia va dedicada a todos los fans del juego en linea MU. En especial a mis compañeros de juego. Digamos que es un tributo al juego que nos unió por un tiempo. Para ir poniendoles en situación: La acción transcurre en el extremo norte de un mundo epico y lleno de magia. Un lugar en el que todavía las espadas y el honor existen. Ese lugar se llama...

Davias

Las saetas surcan el cielo, oscureciéndolo por un instante. Las gélidas flechas de hielo comienzan a precipitarse en la oscuridad de esa noche. Gritos de coraje y dolor se oyen a lo lejos. De nuevo las cuerdas se tensan listas para dejarlas ir... los proyectiles salen nuevamente en su loca carrera. Esas cabezas de acero dirigen el resto hacia los blancos que les ven venir aterrados.

Los guerreros intentan cubrirse, pero en algunos casos ocurre que la lentitud se vuelve imperdonable. En otros logran ser más afortunados y bloquean o las esquivan. Todo esto mientras combaten contra los rivales del otro bando. Espadas, mazos y lanzas se mueven dentro de ese mar de aceros y corazas. Caballeros, Gladiadores, Elfos y Lores Oscuros luchan hasta el final. Están golpeados, cansados y hambrientos pero de momento solo les importa sobrevivir.

Lejos de la batalla, los maestros de cada clan discuten las estrategias para alcanzar la victoria. Tanta cobardía jamás había sido vista, pero así se manejan ellos. Los cerebros de todo esto tenían otra forma de pelear. Las piezas de sus tableros de ajedrez ya estaban moviéndose. Y todo esto por hacerse con el control del Castillo Norte. Este era un punto clave para los clanes Alitas, Team Grox, Special K y Pitufos.

Los dos Castillos de esa región representaban un símbolo de status y poder. Además, quien controlara ambos lugares tendría derecho a controlar los precios. ¿Los precios de que? Armas, sets, pociones, todo lo necesario para luchar. Los ganadores no precisarían combatir más. Con el usufructo que les daría el control del comercio tendrían suficiente como para vivir cómodamente. Sus preocupaciones terminarían, ya podrían abandonar la espada.

¿Por qué dejar la espada? Te preguntas.

Estos viejos guerreros estaban cansados. No querían seguir viviendo de esa manera. Lucharon por sus vidas mil y un veces, arrostraron peligros sin nombre. ¿Y todo eso para que? Para ganar un reconocimiento fútil y una palmada en el hombro. Pero la verdad es que quienes les alababan en público. En privado los veían como asnos incapaces de razonar. Ahora los brutos les estaban demostrando que también podían pensar. El sabor de la revancha puede ser dulce por momentos.

La nieve que todo lo ve y todo lo cubre se tiñe de rojo. La sangre de cientos de guerreros le riega sin que lo pida. En el frío de ese amanecer, los contingentes logran traspasar las primeras líneas de defensa y avanzan a paso firme. Las murallas del Castillo esperan. Elfos ataviados con sets, Naturaleza, Viento y Guardián tensan las cuerdas con sus flechas.

Las saetas salen con una precisión mortífera, pero los magos se adelantan. Escudos de mana protegen a los atacantes que cargan rápido contra las puertas. Una lluvia de golpes se cierne sobre ese portón. Pero no logran conmoverlo, la madera maciza apuntalada por el armazón de hierro lo hacen muy fuerte. Los atacantes desesperan, los segundos preciosos acaban y una lluvia de aceite caliente les cubre.

Gritos de dolor y agonía brotan de esas caras derretidas. Los cuerpos con la vida escapándosele por cada rincón intentan huir. Pero es en vano, no saben a donde. Ya han perdido cada rasgo de su cara, pasando a verse similares a ghoules. Algunos hombres dan vuelta la cara asqueados por el espectáculo. Sin embargo, las voces de sus adalides les sacan de ese pozo y les instan a luchar.
Las instrucciones se imparten con rapidez y precisión. Cada minuto es precioso, la manzana codiciada ya esta al alcance de la mano. Solo un poco más. Los soldados se forman alrededor de un tronco cubierto de escudos y con pinchos en el frente. Un grupo de elfos cubiertos por el mana de los magos responde a los ataques del muro. La oportunidad se presenta ante esos que arremeten nuevamente en una loca carrera.

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