lunes, 13 de abril de 2009

Capitulo 6

Por eso, todos los ojos le siguieron cuando se fue hasta la alacena del rincón y sacó una botella. El cristal color pardo brillaba un poco a la luz de las teas. El corcho salió gracias a los dientes amarillentos de ese sujeto. El primer trago a esa botella de alcohol se oyó en el silencio hecho por esos chicos. Algunos se pusieron pálidos, mientras otros se afanaron más en su trabajo. No querían ser golpeados por ese hombre, todos habían visto como se ensañaba.

Hace cinco días había dejado muy sentido a Frederic. El muchacho fue curado por las auras elficas. Pero el miedo no se había borrado de su cuerpo. Los minutos pasaban y nada ocurría. Solo la voz de ese sujeto se volvía mas rasposa y siseante. Su andar se volvía mas pesado y la mirada se hacia torva.

Ahora los miraba con desprecio, buscaba uno tras otro. Los miraba y les tomaba del pelo. Finalmente halló a Ulrik pelando papas. Viéndolo tan débil y solo, decidió desquitarse con el chico. Su boca apestosa habló:

- Muchacho del demonio. ¿Qué estas haciendo?

- Pelando papas, como usted pidió- Respondió el chico sin mirarle.

- NO ME CONTESTES MOCOSO- Gritó el hombre.

- ¿Qué le pasa?- Preguntó el chico algo molesto.

- ME PASA QUE NO TE SOPORTO- Fue la respuesta del gordo.

La mano del hombretón se levantó para golpearlo. Un temblor recorrió el cuerpo del jovencito. Cerró los ojos sabiendo lo que se iba a venir. El golpe cayó con fuerza sobre la cara del chico que visitó el piso. Sus ojos pudieron ver de primera mano como esa bota iba directo a su cara.

Los demás jóvenes no hacían nada, solo cerraban los ojos esperando que pasara. No querían ver como apalizaban a su compañero. Ni uno solo saltó a defenderle, tenían miedo. Ulrik se cubrió como pudo de los golpes de ese hombre. El cocinero se detuvo y el muchacho trató de incorporarse. Esto irritó al sujeto que terminando de beber le rompió la botella en la cabeza.

El chico cayó al suelo desmayado, un hilo de sangre comenzó a bajar de su frente. Las rojas gotas regaban la tierra apisonada. El cocinero escupió al suelo y volviéndose a los demás gritó:

- QUE MIRAN, IDIOTAS. A COCINAR QUE ESPERAN LA COMIDA.

- Si señor- Respondieron algunos por lo bajo.

A los pocos minutos comenzaron a servir a los cansados luchadores. El cocinero salió a lucirse, pero cuando estaba allí parado entre los Caballeros… Pompo le preguntó:

- ¿Qué ha pasado con el escudero Ulrik? Debería estar aquí.

- Ehm… se cayó y esta recibiendo atención medica- Mintió el hombre.

- Ah, que inconveniencia- Dijo el Caballero.

- Si, es algo lamentable- Repuso el hombre.

- Bien, espero que los platillos estén como siempre, Claude- Dijo el asistente Esdla.

- Están mejor que antes mi Señor. Dijo el hombre, halagando a Esdla.

Los guerreros comieron y rieron. Ahogaron sus penas y dolores con los aromas del vino. Muchos comentaron sobre el desempeño de los Special K. Pero lo que mas les llamó la atención fue el acto del guerrero enemigo. Un hombre tan poderoso como ese, nadie habría pensado que tenía un corazón tan generoso. En verdad se había arriesgado a que cualquiera de ellos le matase. Pero, no le importó morir… era en verdad alguien admirable, sin importar su lealtad.

Revancha se levantó de la improvisada mesa y salió sin decir palabra. Desde la distancia miraba ese castillo. Ese, su gran objetivo. Alzó su mano enguantada y la estiró en la espesura de la noche. Apretó su mano, con ira… así parecía como que lo tenía al alcance de la mano. Sin embargo, la realidad era muy distinta. Ese fuerte se les resistía a pesar de los planes que hacían. Todavía no lograban traspasar sus murallas.

El Caballero apretó sus dientes y en un rapto de furia se arrancó el distintivo que él mismo había creado. Luego, el hombre se sentó en una roca. Desde ese lugar siguió mirando su objetivo. El caballero Esdla salió fuera y vio a su líder ahí sentado. La curiosidad le movió a acercarse. El guerrero se paró ante su Maestro de Clan y le miró, este le devolvió una mirada de fuego. El hombre miró el brazo derecho de su superior, en ese instante se sorprendió. Ese hombre, había disuelto su propio clan. Esa era su voluntad, el guerrero se arrancó el distintivo. En ese momento, el guerrero sentado en el piso habló:

- Hoy nuestra misión fue un desastre. Un poco de aceite pudo detenernos, me da vergüenza admitirlo. No quiero ser más un líder de clan. Si no puedo remediarlo en el campo de batalla, prefiero no verlo.

- Entiendo, es furia lo que invade su alma ahora- Dijo el hombre mirando a su ex maestro.

- Si, muchísima- Respondió Revancha.

- Entonces, de ahora en adelante... Mi clan se llamara así: Furias- Dijo el guerrero animado.

- Me agrada el nombre, apúntame en tu lista- Le dijo el Caballero riendo.

- Gracias, amigo- Dijo Esdla, visiblemente emocionado.

- No tienes por que- Respondió su ex maestro.

Un nuevo clan surgía de las cenizas del viejo. Un Líder decidía rebajarse, para recuperar la gloria. ¿Seria una decisión acertada? ¿Qué le depararía a ese guerrero el campo de batalla? Nadie lo sabe, solo el transcurrir del tiempo lo dirá.

Mientras tanto, el pobre Ulrik era llevado a la tienda de primeros auxilios por dos muchachos. El chico no reaccionaba, ya temían lo peor. Los pequeños entraron a la carpa con el joven en brazos. Al verlo así, dos elfos y un Maestro de Almas les ayudaron. La mirada de ese hombre intimidó a los jovenzuelos.

- Díganme la verdad. ¿Qué le ocurrió a este joven?- Les preguntó.

- Se cayó de repente. Le trajimos aquí por esa razón- Respondió uno de ellos.

- No tienen porque mentirme. Este chico tiene golpes que no se haría cayéndose al suelo- Dio el mago mirando un momento a Ulrik.

- Por favor, nos compromete- Dijeron los chicos temblando.

- Entiendo, ya se quien fue. Claude tuvo que ver en esto. No necesitan decírmelo, vayan- Dijo el Maestro de Almas mientras volvía a mirar al muchacho.

- Gracias, señor Ikki- Dijeron los chicos mientras se iban.

- PureArcher, Necrófaga. Ayuden al pequeño- Ordenó el Mago.

- Como ordene, señor- Respondieron las elfos mientras se acercaban a la litera.

El Maestro de Almas desapareció en el aire. Ya estaba cansado de que le trajeran muchachos lastimados por ese hombre. Primero intentaría hablar con Mace, el apoderado de ese sujeto. Luego, actuaría por su cuenta. Sentado a la mesa, el Caballero charlaba con sus camaradas. Al ver a Ikki se paró, acercándose a él. El albino le miró gravemente y luego habló:

- Claude, su protegido sigue lastimando escuderos.

- No me vengas con eso de nuevo. Claude es incapaz de hacer algo así- Le dijo el guerrero.

- Al contrario, es perfectamente capaz. Esta vez fue el escudero Ulrik, mis asistentes están cuidando de él- Le informó el recién llegado.

- ¿Seguro que fue por golpes?- Le preguntó Mace.

- Completamente. Su cráneo recibió un golpe muy fuerte. Habían trozos de vidrio en su cabeza. Y el golpe en su cachete, no pudo hacérselo él mismo- Respondió Ikki mirándole fijamente.

- Ya sabe que Claude es de emborracharse. Seguro no lo hizo con mala intención, yo hablaré con él- Dijo el hombre mirando hacia otro lado.

- Se lo encargo- Le dijo el encargado de la enfermería.

- Este bien, yo me ocupare- Quiso tranquilizarlo Mace.

- Eso espero, Mace- Respondió Ikki.

- Descuida- Dijo el otro riendo.
El Maestro de almas desapareció nuevamente. El guerrero se dio la vuelta y encogió los hombros. Luego, volvió a sentarse a la mesa. Poco le interesaban los problemas de esos críalos. Él estaba para cosas más grandes... como un castillo para ser más exactos.

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