viernes, 29 de mayo de 2009

Capitulo 4: Misión


La misión se encomendó, cumplirla será fácil
Lo peor serán las consecuencias, que siempre llegan luego de la acción
Mientras tanto, ellos festejan...
Cuando el muchacho llegó a su casa, eran cerca de las once. Afortunadamente ya había hecho las compras en el camino. Así que ni bien llegó, dejó las bolsas sobre la mesa y guardó el estuche de la guitarra en su habitación. Luego comenzó a cocinar para la remolona de su hermana.
Mientras cortaba los morrones para acompañar el arroz frito. Los golpes del acero contra la madera comenzaron a hacerlo recordar... un golpe de la cuchilla... se vio destajando esa puerta como un pan de manteca. Sintió esa sonrisa que se apoderó de su rostro durante esos instantes...
Segundo golpe de la cuchilla... se movía hacía delante, ignorando a esos gorilas caribeños con armas de fuego. Primero se movió atrás mientras su espada describía un circulo y luego con otros nueve cortes hacía volar los pedazos de esos pobres tipos...
Tercer golpe de la cuchilla... todos caían al suelo ya muertos, su sonrisa no se borraba de la cara. Luego silencio... sus ojos comenzaron a derramar lagrimas al comprender lo que pasó. La hoja quedó a medio camino de su labor. El joven se desconocía a sí mismo, pero lo que mas miedo le daba era que había disfrutado esa sensación de poder.
El sonido de su celular lo sacó de ese pozo, volviéndolo a la realidad. Miró la pantallita y vio un mensaje de su hermana: Salí de la escuela, voy a casa. Retomó su actividad para terminar con el platillo.
Cuando su hermana llegó, ya tenía todo listo. A los pocos minutos, vino la casera del edificio con un paquete para Leonardo. Esto extrañó mucho al joven, pero al ver su aspecto supo de que se trataba. Subió con el objeto a su recamara y ahí lo abrió con cuidado, el contenido se componía de dos sendos fajos de billetes y otro VHS.
Escondió el recado bajo su cama y miró nuevamente el estuche de la guitarra, tenía ganas de tirarlo lejos de no volver a verlo más. Pero no lo hizo, simplemente bajó a almorzar con su hermana y sus amigas.
Sin embargo lo preocupaba el hecho del paquete, eso quería decir que ya sabían sobre su locación. Lo intranquilizaba esto, podían venir por él en cualquier momento y su familia podía correr riesgo.
Las chicas comenzaron a dar vueltas antes de irse. Lucrecia lo miraba sin entender su comportamiento... tendría que haberse sometido a ella sin condiciones y nada de eso había ocurrido. Al contrario, ahora parecía mas confiado de si mismo.
Él le sonrió, mientras se iba a su habitación. Leonardo suspiro y sacó el cassette. Luego lo puso en el reproductor de video y nuevamente apareció la misma oficina de la vez anterior... mismo sujeto, pero nueva misión:
Bien hecho cazador, haz sorprendido y eliminado a tu blanco rápidamente. Tu nuevo blanco es Samuel Ubaldini, es un político corrupto que ya ha estado demasiado tiempo en el poder; su tiempo debe acabar.... Hoy a las 22:00 hrs. En la plaza central te esperara un contacto en el banco del centro, el nombre clave es Serafín.
Leonardo apagó el televisor y sacó el cassette, había una nueva misión... no habría problema en salir a la noche. Sin embargo lo inquietaba este nuevo reto. Iría, al menos podía tener algo de emoción...
Cuando salió de su habitación, encontró la casa desierta... demasiado silencio eso le daba mala espina. Sentía que alguien lo observaba con malas intenciones, era raro sentir algo así. Se encontró con Lucrecia en la sala de estar, la chica se levantó del sofá y lo espero.
Él se paro frente a ella y le preguntó:
- ¿Qué haces aquí? Mi hermana ya se fue.
- Quiero saber... ¿Qué te paso después de lo que hice contigo esa noche?- Preguntó ella.
- Lloré hasta quedarme dormido ahí donde tu me dejaste. Pero a la mañana, cuando me levante me dí cuenta de que no había sido tan malo. Eso me animó a continuar- Respondió él.
- Eso quiere decir que no significo nada para ti- Concluyó ella.

- No, no es eso. Fuiste la primera, pero fui obligado... aún te aprecio, pero no puedo ser nada tuyo- Dijo él con resolución.
- Esta bien, no tengo resentimientos; siempre seré tu primera chica- Dijo ella mientras sonreía.
- Bien, tengo cosas que hacer. ¿Sales?- Pidió él.
- Ok- Le dijo ella llegando a la puerta.
Ambos salieron de la casa, luego tomaron caminos separados. Leonardo fue a la biblioteca para devolver unos libros. Cuando los pudo devolver y miró la hora, eran 21:00 hrs. Salió de allí con su estuche y comenzó a caminar hacia la plaza central, a la espera de su nueva aventura...
En la plaza central a la hora acordada, llegó trayendo su estuche y se sentó en el banco designado. Un hombre de duras facciones apareció frente a él y le preguntó:
- ¿Tu eres el Serafín?

- No, yo busco al Serafín- Respondió él.
- Entonces, lo has encontrado. Sígueme- Dijo el hombre.
Comenzaron a caminar hasta un barrio privado, el hombretón se detuvo un poco antes y le informó:
Nuestro blanco vive en este country, tenemos una cerca y a los guardias. Por los datos que tengo, se encuentra en la tercer casa con su familia. Solo él debe caer. Tengo estas identificaciones para pasar, hagámoslo. A propósito, toma; utilizaremos estas mascaras faciales. Se adaptan al contorno del rostro con facilidad, brindando otra apariencia.
- Bien, que así sea- Dijo el muchacho mientras tiraba por las rejas su arma y se ponía el artilugio.
Ambos entraron al country con el consentimiento del guardia, luego comenzaron a moverse. Leonardo tomó su arma de donde la había tirado y acompaño al sujeto que rió al verlo con semejante cosa. Llegaron a la casa indicada y golpearon la puerta, el hombre habló:
- ¿Esta el señor Ubaldini?
- Si, ¿quien le busca?- Preguntó una voz muy femenina.
- Unos amigos- Respondió el sujeto.
- Que bueno que hayan venido unos amigos de papá- Exclamó la joven entusiasmada mientras abría la puerta.
Una chica de unos diecisiete años los recibió con una sonrisa cautivante, su figura torneada y esbelta era una delicia a los ojos. Los cabellos rubios y sus ojos celestes completaban el cuadro.
El dueño de la casa salió a recibirlos al tiempo que su hija se iba adentro. Le sorprendió por un momento ya que no los recordaba... no tuvo tiempo para decir nada. Un corte lo partió en dos liberando sangre y masa encefálica, mientras ellos echaban a correr. Saltaron la reja y se perdieron entre la hierba del lugar, el blanco cayó.
Los cazadores corrían amparados por la oscura noche, de lejos pudieron oír los gritos de horror que provenían de la casa. Seguramente ya vieron el cadáver de ese corrupto funcionario. El grandote le habló al muchacho:
- El tiempo para hacerlo fue realmente genial, no le diste chance a absolutamente nada realmente eres sorprendente muchacho- Dijo el cazador.
- Gracias, solo hago lo que me piden- Dijo el joven aún sonriendo.
- Tienes talento chico. Nadie maneja un arma así tan rápido- Reconoció el tipo.
- Gracias por el cumplido- Dijo él.
- Ven vamos a festejar- Dijo el sujeto.
Leonardo siguió al hombre hasta un bar oscuro. Luego de tomar varias cervezas vio como el tipo se acercaba a una joven que rodearía la veintena de años y comenzaba a hablarle. La joven sonreía mientras lo miraba a él. Carlos, el cazador con un ademán llamó al joven que se acerco y luego para su sorpresa lo oyó decirle:
- Bien, todo arreglado. Ella acepta que se lo hagamos y por ser tan bien parecido no nos cobrará nada. Vamos, es nuestro festejo amigo- Dijo el sujeto.
- No tengo problemas- Dijo el muchacho, algo apenado.
Salieron del lugar hasta un sucio y oscuro callejón, ahí la joven se quitó las bragas con rapidez y espero por ambos... Carlos se le acerco de inmediato, mientras le arrancaba la ropa con rudeza y comenzaba a besarle y lamerle los pechos. La joven mientras gemía iba desabrochándole el cierre del pantalón y comenzaba a pajearlo con su mano. El cazador tenía un falo enorme y cuando la chica lo sintió entre sus manos no pudo evitar decirle:
- ¿Me vas a meter eso?, es muy grande.
- ¿Tienes miedo?- Inquirió él con un gesto burlón.
- Pues si, es muy grande- Dijo ella.
- Vamos amigo, ven a darle a esta mujer; no te lo pierdas- Dijo el sujeto mientras comenzaba a frotar su miembro contra las nalgas de ella.
El muchacho se acercó y dejó al descubierto su pene, la chica al ver ese mango cabezón no pudo evitar probarlo con sus labios. Él gimió y ella gritó ya que en el descuido Carlos aprovechó a introducirle sin ningún tipo de miramientos su terrible miembro.
El hombre atenazó sus manos a las caderas de la chica mientras comenzaba a bombearla con violencia. Los gritos de la chica se oían por todo el lugar, el hombre miró a su compañero y le dijo:
- Metele tu polla, así se calla esta estúpida.
Leonardo obedeció y le metió aún mas adentro su polla mientras comenzaba a follarla por la boca. Podía ver como las lagrimas comenzaba a caer del rostro de la chica que comenzaba a sentirse ultrajada, utilizada como un muñeco sin voluntad.
Al cabo de un rato los labios de ella mamaban a las mil maravillas, parece que se había adaptado a las dimensiones de la polla de su compañero. Leonardo no pudo soportar más y se corrió dentro de la boca de ella en las convulsiones de su orgasmo.
Aún así, su compañero seguía bombeando a la chica. Cuando dejó a la joven, esta apoyó sus manos contra la pared mientras él seguía perforándola. El culo de ella sangraba, Carlos la había desgarrado y no le importaba. Solo quería correrse y cuando lo sintió la tomó fuerte y la levantó mientras se corria dentro de su ano. Los chorros de semen salieron disparados dentro de la joven que gritó mientras sus jugos vaginales salían hacia fuera.
El joven se acerco a su amigo y le dijo:
- Creo que te pasaste.
- Para nada, yo no tengo la culpa de tenerlo tan grande. Salí así y casi nunca tengo oportunidad de tener sexo y una vez que puedo no lo voy a desaprovechar- Dijo él mientras miraba al muchacho.
Luego tomó a la joven de una mano y sin ceremonias la volvió a ensartar pero esta vez por adelante. El chico se situó detrás de ella y la penetró por el culo, la chica ya estaba desvanecida. Solo la oía reír insanamente pero muy débilmente, mientras era poseída una vez mas.
Cuando ambos se corrieron de nuevo dentro de ella. Llenándola de cálido esperma Carlos la soltó, desganado. Leonardo la sostuvo, mientras la sentaba en el suelo maloliente y movido por la compasión le dejaba dinero en el bolsillo de su saco mientras la cubría con el.
Carlos miraba la escena en silencio, no dijo nada porque notó que el puño del muchacho estaba cerrado. De haber dicho algo, el joven habría reaccionado. Cuando el muchacho termino, caminaron algunas cuadras juntos... el hombretón se sentía incomodo ante el silencio de su acompañante. No podía seguir aguantándolo y entonces le preguntó:
- ¿Y bien? ¿Te gusto el festejo?
El joven lo miró, en esa mirada había odio y desprecio. No fue necesario nada más, el hombre supo perfectamente el sentir del muchacho. Se separaron saludándose y cada uno desapareció en la bruma matinal.
Cuando el joven abrió la puerta de su casa, se encontró con su madre sentada en la mesa del living... había mucho que explicar. Pero ¿podría comprender?, el joven prefirió mentirle antes de decirle una verdad que la lastimaría.

sábado, 23 de mayo de 2009

Capitulo3: Revelación

Un arma revela en un muchacho su verdadera faz. Le muestra su peor faz, pero esta es tan horrenda que el mismo decide no verla. Las revelaciones no son todas placenteras...

Un nuevo día lo sorprendió tirado en el suelo de su habitación, las lágrimas se le habían secado en la cara y su pijama estaba hecho un desastre. Se levantó y caminó directamente hacía el baño y ahí se lavó los dientes y la cara. Su mente comenzó a recordar lo sucedido la noche anterior y ahí se detuvo.

Quiso llorar pero no pudo hacerlo, analizando la situación no había perdido nada y solo fue victima de una chiquilla peligrosa. Se cambió y bajó a comer para irse al instituto, cuando miró la hora se atragantó: eran las siete y media de la mañana.

Salió corriendo de la casa, cerró la puerta con llave y corrió hasta el segundo piso desde ahí se tiró sobre las lonas de la frutería que había abajo y comenzó a correr hacia la estación de subtes. Llegó justo a tiempo para subir al vehículo, comenzó a tranquilizarse ya que en unos minutos estaría cerca del instituto.

Cuando se abrió la puerta eléctrica del subte bajó y comenzó a subir las escaleras hacia fuera, vio el edificio y empezó a correr. Entró al establecimiento y pudo cursar tranquilamente. Al salir de clases, sus amigos aprovechaban para gastarlo; miró el reloj y les dijo:

- Bueno gente me tengo que ir a cocinar.

- Aaaaah pollerudoooo- Le gritaban los otros.

- Que se quejan, yo le tengo que cocinar a una chica linda al menos. A Uds. Les cocina las gorda de su mami, nenitas- Les respondió él.

- Eeeeeh hijo de.... vamos a caerte un día de estos y nos vas a tener que cocinar a todos, mamerto- Dijeron ellos.

- Estaría bueno. Dijo él.

Se tomó el mismo subte de vuelta, no paso nada raro y entró a su casa como cualquier otro día. Nuevamente comenzó a preparar el almuerzo, su hermana estaba por llegar de la clase de gimnasia.

La puerta de la casa se abrió y llegó su hermana toda sudada junto con sus dos amigas, él hizo de cuenta que nada había pasado y las saludó desde la cocina. Mientras le decía a su hermana que se bañara que tenia que ir a la escuela a las 14:30 hrs.

Rápido terminó con la cocina, su hermana se hallaba dándose una ducha y el living estaba desierto. Cuando se puso a plancharle el uniforme sintió que un par de ojos lo observaban, supo al instante quién era.

La piba lo miraba, no sabía si acercarse o alejarse, estaba indecisa. Él siguió planchando, terminó con las prendas de Micaela y acomodándolas en una percha se dió vuelta y comenzó a caminar hacia Lucrecia. La chica no quería mirarlo, sabía de su error y por eso se sorprendió cuándo él le dijo:

- ¿Puedes llevarle esto a Micaela?

- Claro, ya se lo llevo- Respondió ella.

- Gracias- Dijo él.

La chica se fue a alcanzarle las cosas a su amiga, él suspiro aliviado mientras comía y miraba un poco de televisión. La madre de ambos hermanos es una ejecutiva que trabaja todo el día fuera de casa y por eso ve muy poco a sus chicos. Por esa razón, como el mayor se ha tenido que hacer cargo de la casa.

La chica bajó y comió apurada porque ya se le hacía tarde, sus amigas la secundaron y él luego de lavar los platos comenzó a estudiar para sus finales. Cuando volvió a su habitación, cerró la puerta y tomó el estuche.

Lo abrió y volvió a mirar el video para copiar el lugar de encuentro y el nombre clave, estaba decidido a ponerle un poco de emoción a su monótona vida.... la elección estaba hecha, pero aún estaba a tiempo de cambiarla.

La noche llegó y su hermana estaba de vuelta con sus inseparables amigas. Leonardo tomó su estuche y llamando a su hermana le dijo:

- Tengo cosas que hacer, vendré tarde. Cierra todo en la casa, cualquier cosa me avisas al celular. ¿Ok?

- Bien, no te hagas problema hermano- Le dijo la chica.

El joven salió de la casa, la hora acordada se acercaba. Tomó el subte y bajó en una estación poco conocida, comenzó a caminar hacia el lugar de encuentro... unos minutos mas tarde encontró el mencionado bar.

Se trataba de un tugurio de los peores, pero a esa hora se hallaba desierto. Estaba ahí parado sin saber que hacer cuando alguien mas entró al lugar. Era una mujer de pelo negro y de unos ojos muy raros casi grises, su falda negra al igual que su saco le daba una apariencia muy formal. Se quitó los lentes redondos y sonrió mientras los guardaba. Luego dirigiéndose al muchacho le preguntó:

- ¿Buscas al Arcángel?

- ¿Cómo lo sabe?- Preguntó él.

- Porque yo soy el Arcángel, vamos sígueme. Dijo ella.

Siguió a la mujer afuera, sus caderas firmes le hipnotizaban con su movimiento. Ella se dio cuenta y sin girar a verlo le dijo:

- Eres un idiota, pero me gustan los de tu tipo.

Él no supo que decirle y subiéndose al auto de ella se dejó llevar, fueron a un hotel muy lujoso de la cuidad y subieron a la habitación que ella había reservado. Ya en la intimidad de la suite cenaron, mientras ella aprovechaba para presentarse:

- Mi nombre es Eloisa, como tú, también me dedico a cazar blancos.

- Yo me llamo Leonardo, es un placer conocerte- Dijo él con algo de pena.

- Vamos muchacho, me dijeron que eras todo un profesional pero ahora mismo me sabes a novato- Comentó ella, mientras terminaba con su gnocci.

- Es que... soy un novato, siento si te traigo problemas- Dijo él.

- JAJAJAJAJA, para nada no eres problema muchacho; es más... tu eres un bonito problema- Dijo ella mientras le clavaba sus ojos.

- C... creo que es mejor que... me vaya a dormir- Dijo él ya nervioso.

- Vamos, ¿me dirás que ya estas nervioso? Si aún no he hecho nada- Dijo ella en tono sospechoso.

- No, no es eso, solo me sentí incomodo por un momento- Dijo él con pesar.

- Habrá un problema... esta suite solo tiene una cama fíjate por ti mismo- Dijo ella.

Él se asomó a la habitación y en efecto una cama enorme se encontraba ahí, las mullidas almohadas decoradas con el logo del hotel descansaban sobre el respaldo de la misma... Cuando giró a ver, la cara de Eloisa estaba muy cerca de la suya; ella sin vergüenza le robó un beso y lo guió hacia la cama...

Leonardo se sentó en la cama ya en ropa interior y ella parada frente a él iba sacándose una a una las prendas de su vestuario. Él la observaba desde el pie de la cama y ella luego se arrodillo ante el joven y comenzó a succionarle ese pene.

Las manos de ella acariciaban sus huevos mientras con su boca creaba un cierre perfecto para esa polla que ardía dentro de sus labios. Una vez que la dejó dura, Eloisa se tendió en la cama y le pidió que se lo hiciera.

El joven se acostó sobre ella e introdujo su miembro dentro de su cueva de placer. La mujer profirió un gritito mientras se aferraba a la boca de él. Sus lenguas jugaban mientras Leonardo aumentaba la fuerza del bombeo. Ella gritaba y gemía como una posesa, pidiéndole más y mas.

Clavaba sus uñas en la espalda de él y le daba chupones en el cuello, mientras sentía esa tranca dura subir y bajar dentro de ella. Sus pechos quedaron entre las manos de él que no tardo mucho en correrse dentro de Eloisa, llenándola de semen. Ella lo abrazó, impidiéndole salirse de encima; cerró los ojos y lo besó largamente...

El nuevo día los sorprendió a ambos en la cama, Leonardo se levantó primero y fue a ducharse. Eloisa se quedó un poco más y cuando él salió del baño le dijo muy resuelta:

- Vamos, tenemos que acabar con una basura.

- ¿Que arma usas?- Preguntó él.

- Este es mi bebe. Dijo ella- Mientras le mostraba una pistola semi automática Glock de nueve milímetros.

- ¿Y tú que traes? Preguntó la mujer.

- Estem... esto- Dijo él mientras extraía de la funda de su guitarra la espada envainada.

- Wow, chico que arma te has traído. Me dan lastima estos tipos- Dijo ella con sorna.

Ambos bajaron a la cafetería, él llevaba la espada oculta en el saco. Pidieron un café y mientras lo degustaban con unas medialunas él le preguntó:

- ¿Qué haremos si no aparece?

- No tenemos que preocuparnos por eso, mira detrás de mí- Dijo ella.

En efecto, un hombre de tez morena y labios finos con un candado muy tusado se registraba en el hotel. El traje blanco y la camisa floreada no daban lugar a errores, se trataba de Alonzo Salas. Una reducida comitiva de señora y guardias lo seguía, en cuanto subieron al ascensor; ellos terminaron con el café.

Ambos subieron hasta el penthouse en el que se hospedaba el latino, mientras caminaban por el pasillo algo pasaba dentro del muchacho. Sentía que el cuerpo le latía... su mirada cambió de repente, tornándose mas oscura y una sonrisa cruzó su rostro. Miró a su compañera y tomándola de la mano le dijo:

- Déjame a mí, no quiero que te ensucies en esto.

- Bien, como quieras, yo te cubro- Dijo ella asombrada.

- Gracias- Dijo mientras le sonreía.

Acto seguido golpeó la puerta, se escuchó a un hombre preguntar de mala manera:

- ¿Quién es?

- Servicio de habitación, traemos la champaña para los nuevos huéspedes- Mintió el hombre.

El hombretón se dió vuelta y miró a su jefe mientras le preguntaba:

- ¿Los dejo pasar?

- No, despídelos de aquí. Dijo Salas.

Cuando la mole de ébano se acercó a la puerta solo percibió las siguientes palabras:

Mugen ryu battou ken.

La puerta cayó partida en dos de abajo hacía arriba, la cabeza del guardia también fue partida con el mismo corte. Los hombres se sorprendieron ante la brutalidad desarrollada, de entre las maderas y los chorros de sangre vieron como ya aparecía sobre ellos ese muchacho de cabellos oscuros y sonrisa maliciosa.

Pero no vieron como la hoja se movió destajándolos, solo vieron sus propios brazos, orejas y dedos volar desprendidos de sus cuerpos. Gritaron los que pudieron hacerlo antes de caer degollados.

Los charcos de sangre lograron tocar al joven que ya salía de la habitación, sacudió la espada cerca de la cara del guardia limpiando así la hoja del arma. Cuando envainó su temperamento se calmó. Eloisa estaba sorprendida por el cambio tan repentino del joven y solo dijo:

- Eso fue realmente rápido, es increíble el cambio que se produce cuando estas con tu arma.

- Si, el problema es que yo casi no me percato de ello. Dijo él mientras sonreía.


Pagaron la cuenta del hotel y ya en el auto Eloisa lo llevó hasta el punto de encuentro, Leonardo se bajó del auto y ella dándole un beso prometió:

- Si nos volvemos a encontrar otra vez, te enseñare algo bueno.

- Gracias por la noche, Eloisa. Dijo él.

El muchacho comenzó a caminar con el estuche cruzado sobre su espalda, miró el reloj y aceleró el paso; eran las diez de la mañana. Un estudiante universitario había comenzado a adentrarse en el mundo del crimen...

viernes, 15 de mayo de 2009

Capitulo2: Violación

Las pasiones son las espadas que esgrimen las personas, algunos usan y otros las despiertan. Pueden matar, pero no mueren... siempre siguen entre nosotros.

El muchacho volvió a tomar su estuche. Por alguna razón lo sintió inusualmente liviano pero no le importó. Tomó un subte y mientras iba viajando rememoraba lo ocurrido en su cita. Lo avergonzaba tanto que prefirió no recordarlo más. Suspiró mientras veía pasar las estaciones.
Cuando llegó a la última parada, bajó y mientras subía las escaleras comenzó a buscar en su bolsillo la llave de su casa. Penetró en el conjunto de viviendas y subiendo las escaleras llegó a la casa cuarenta.

Entró y se fue directo a su habitación. Era tal su desanimo que ni siquiera se percató de que su hermana estaba con unas amigas. No le importaba, ya en su cuarto tiró el estuche y este no sonó de la forma en que siempre lo hacía.
Eso lo inquietó, se acercó de nuevo y lo abrió. En ese momento halló que no era su guitarra, sino una espada envainada, un VHS y los dos fajos de billetes mas grandes que había visto en su corta vida.

Movido por la curiosidad tomó la espada en sus manos, notó que era liviana. Con sus dos manos hizo fuerza y dejó desnuda una pequeña porción de la hoja... el brillo ante sus ojos parecía hechizarlo de forma irreversible.

Volvió a envainar el arma y su rostro recobró la quietud normal. Tomó el video y lo puso en la vídeo casetera de su dormitorio, en la pantalla nada aparecía... minutos después un despacho emergió claramente en la pantalla y un hombre detrás de un sillón le habló:

- Bien hecho, tu próximo blanco será este hombre: Alonso Salas, traficante de armas en
Ecuador; ahora devenido en narco. Un contacto te estará esperando en la cafetería El Maestro a las 21:00 hrs. Del día de mañana, su nombre clave es Arcángel. Nos veremos nuevamente.

El muchacho quedó sorprendido, mientras miraba la imagen del hombre que aparecía en la pantalla. Ese sería el blanco a alcanzar... ¿Pero iría? Era como un mal sueño, guardó nuevamente las cosas en el estuche y bajó a cenar.

Se encontró con su hermana menor y dos de sus amigas que charlaban profiriendo grititos de histeria. Eran chicas que estaban empezando a ser mujeres. Vestían con prendas ajustadas. Buscando ser como esas hembras que mostraba la televisión y demás medios de comunicación.
No les prestó mucha atención, pero no pudo evitar mirar el noticiero. Ahí hablaban de un reciente asesinato en un hotel. No le dio mucha importancia porque el hambre lo consumía.

No había nada preparado, Micaela estaba muy ocupada con sus amigas como para cocinar. El joven se resignó a cocinar y sacando el delantal del cajón se lo ciñó a la cintura. La cocina era algo así como su cruz.
Una de las chicas comenzó a oír los golpes del cuchillo golpeando contra la tabla de picar. La sartén con aceite esperaba para recibir las cebollas picadas y luego la salsa con especias. En la olla con agua, aceite y sal los fideos se cocinaban lentamente...

Él no lo notó por lo atareado que estaba, pero Lucrecia lo observaba desde la esquina de la mesada. La chica se acercó en silencio, mientras las otras dos observaban desde el sofá. El muchacho sintió una mano posarse sobre su hombro. Cuando giró la cabeza para mirar quién era; entonces ocurrió.
Los labios de él chocaron y fueron devorados por los de Lucrecia. Ella lo tomó por unos momentos de la cara. Esto lo sorprendió mucho y busco separarse. Pero la chica le mordió los labios mientras sonreía.

Él no supo que decir, solo se puso colorado y siguió con su labor. Mil cosas corrían por su mente. Además, su corazón se había desbocado un poco con ese beso. Por un momento casi se le cayó la sartén. Las chicas rieron un poco; era obvio que ese beso lo conmovió.
Se sintió aún mas apenado por la situación pero con todo pudo terminar de cocinar. Las chicas ayudaron poniendo los platos. Los fideos con salsa estaban presentados en una fuente y los cubiertos para servir se hallaban a un lado.

- Vamos Leonardo, siéntate a la mesa con nosotras- Dijo su hermana.

- Bien, ahora ¿les sirvo o se sirven solas?- Preguntó él.

- Nos serviremos solas, precioso- Le dijo Lucrecia mientras le guiñaba un ojo.

Las vio servirse, mientras él ponía queso sobre el platillo para degustarlo. Era obvio que habían crecido más de lo que había pensado esas chiquillas. Se dio cuenta de su pensamiento lascivo y trató abandonarlo de una buena vez.

Comió tranquilamente, el plato estaba delicioso. La sensación de un pie rozando suavemente sus muslos lo sobresalto, quiso saber quien era la responsable y ahí sus ojos se encontraron con unas pupilas color caramelo que lo miraban con fijeza.

Los labios carmesí eran humedecidos por la lengua de la chica que le sonreía sin que las otras se percataran. Terminó de devorar la comida en el plato y presuroso se levantó de la mesa y le pidió a su hermana que lavara los platos.

- ¿Qué ocurre hermano?- Preguntó Micaela.

- Nada, solo me siento algo cansado- Respondió el chico.

- Bueno, nosotras vamos a salir en un rato más- Comentó ella.

- Esta bien, pero mañana tienes que ir a la escuela. Mamá seguro llega tarde hoy, pero
estate antes- Pidió él.

- Si, hermano- Respondió ella con algo de arrogancia.

Corrió hasta la escalera y la subió al trote, se metió en su cuarto; tomó su pijama y se introdujo en el baño. Tardó unos minutos y oyó la puerta de la entrada que se cerraba, suspiró al saberse solo y saliendo se fue a su habitación.

Al abrir la puerta encontró su cuarto ya a oscuras. A tientas se metió en su cama y ya mas tranquilo pudo sentir algo raro... alguien estaba ahí. Algo cayó sobre él, abrazándolo; por el olor supo que se trataba de una chica.

- ¿Q...quién? ¿Qué pasa?- Preguntó el chico asustado.

- Sssssh, tranquilo que no te pasara nada malo, precioso.

Esa voz lo sorprendió aún mas, ¿qué hacía ella ahí? Si... como ya habrás podido percatarte se trataba de Lucrecia. La chica riendo un momento le habló:

- Le dije a tu hermana que estaba descompuesta y que por eso esperaría a que volviera,
tenemos un rato a solas.

- ¿¿QUE??- Chilló él, incrédulo.

- Vamos, ¿vas a decirme que nunca has tenido relaciones con una chica?- Preguntó ella.

- Para ser sincero no, nunca me he acostado con una mujer- Contestó él, intentando disuadirla.

- Bien, entonces yo seré quien te desvirgue- Dijo ella.

Él se quiso zafar de la chica pero no pudo. Ella lo aferró aún más hasta que cedió y así levantándose la falda se quitó las bragas. Luego se acerco al chico que buscó a tientas la puerta, ella lo tiró al piso.
Leonardo buscó sacársela de encima pero todo forcejeo cesó cuando sintió la punta de una sevillana en su frente, una gota de sangre brotó de la minúscula herida. La chica le habló en un tono muy serio y firme:

- He esperado tres años por esta oportunidad y no la dejaré pasar por tu tozudez. Te
conviene cooperar porque si no eres mío no serás de nadie.

Los ojos de él estaban grandes del terror. El sudor y la adrenalina recorrían su cuerpo ante esa situación. Ella le quitó el pantalón y el slip dejando libre ese gordo miembro. La chica se agachó y tomándole del pene comenzó a pajearlo hasta dejarlo realmente duro. Luego, mientras se posicionaba encima de él le dijo.

- Ahora, voy a darte mi culo quiero sentir tu lindo pene dentro mío.

Lentamente ese falo gordo y amoratado fue abriéndose paso dentro del ano de la chica que intentaba aguantar el dolor inicial aferrándose fuertemente a los hombros de Leonardo. El pene estaba apretado dentro de ese culito redondo, prieto y virgen. Un suspiro se oyó y ella comenzó a cabalgar al joven que jadeaba de placer.

No podía sacársela de encima, la fría punta de la hoja la sentía ahora sobre su cuello. No iba a arriesgarse tanto. Ella seguía con ese movimiento cadente que la hacia gozar tanto y que casi le hizo perder la cabeza. Esa estaca palpitante no se reblandecía ante el calor volcánico de su cueva; ella aumentó el ritmo.

No podía mas, el muchacho terminó por arriesgarse y buscando los hombros de ella intentó sacársela de encima. Un pequeño corte sobre su deltoides lo disuadió, un poco de sangre manó de la herida.

Ella siguió con los descensos mientras le lamía la sangre del hombro manteniéndolo prisionero. Lo abrazó con fuerza mientras aumentaba más la velocidad. Estaba a punto de llegar al clímax... la sevillana estaba contra el hueco de su tercer costilla.

Los líquidos de su vagina comenzaron a salir en forma descontrolada mientras sentía como ese esperma brotaba como si de una explosión se tratara. Ese viscoso, caliente y espeso semen la llenó; satisfaciéndola.

Lucrecia tenía toda la ropa traspirada y él estaba bañado en sudor, ella se levantó con trabajo de encima de las caderas de él. Su agujero dilatado le dolía un poco pero estaba feliz de haber tomado a ese hombre que tanto le gustaba.

Tomó sus bragas y volvió a ponérselas, él no se levantaba del suelo todavía. Estaba confundido por todo lo ocurrido. La chica se le acercó y agachándose sobre él le susurró al oído mientras le daba un beso:

Fue realmente grandioso, Leonardo... te quiero, bombón.

Él no respondió, unas lágrimas comenzaron a bajar de sus ojos mientras veía como esa chica se iba de su habitación. La sensación de desprotección que lo embargaba lo hacía llorar, sentía que había perdido algo; le habían sacado una parte de si mismo. Finalmente se durmió...

lunes, 11 de mayo de 2009

Mugen

Nota: Este relato puede herir sensibilidades. El contenido cruel y despiadado que tiene esta obra, puede no gustarles. Bueno, ya estan avisados.

Capitulo 1: Encuentro

Hay cosas que es mejor nunca encontrar, mejor no ahondar en cosas que por algo están ocultas. La oscuridad puede ser tentadora, el poder puede nublarnos pero la ultima parada es la misma...

- Aaaaaaaah aaaah si si mas- Gritaba la mujer.

- ¿Así te gusta perra?- Preguntaba el mafioso mientras embestía cada vez más fuerte a la golfa.

- SIIIIII SIIIIII SIIIIIIIIIIIII- Gritaba al saber que estaba a punto de correrse.

- Déjame... acabar dentro tuyooooo. Grito él mientras se corría.

Los sendos chorros de caliente y viscoso semen salieron a presión llenando el trasero de la joven que gemía a mas no poder. Un brillo surco el aire y el líder de la mafia cayó sobre la muchacha.

- ¿Ay cariño que te ocurre, ya tan cariñoso?- Inquirió ella.

No hubo contestación, el cadáver no le iba a responder. Cuando vió la sangre manchando las sabanas satinadas de la cama se dió cuenta. Gritó un momento, sacándose el cuerpo de encima y ahí se percató de su presencia.
La espada estaba recargada sobre su hombro, el sujeto le sonrió irónicamente. Sabía cual era su destino, entonces le habló:

- Ven aquí mujer, hazme acabar y puede que salves tu vida.

La chica apenas salía de su shock, las cosas ocurrían de rápidamente y de una forma muy descarnada. Su pulso se había descontrolado ante la muerte de su amante y ante la posibilidad de morir. Pero el morbo pudo más..

Ella se arrodilló ante él y bajándole el cierre del pantalón dejó libre su grueso miembro. Comenzó a lamerlo con delicadeza en el glande, mientras él no le quitaba los ojos de encima. Con su aliento caliente le daba una sensación excitante sin llegar a introducírselo en la boca. Lameteó todo el tronco y lo engulló por completo, para sacarlo unos segundos después y volver a lamer su punta.

Las manos del sujeto seguían de la misma manera, ella siguió mamando esa tranca dura como el granito que creció un poco más dentro de sus labios. El hombre sonrió y tomando la cabeza de la chica con su mano libre se corrió con fuerza dentro de su boca. En ese glorioso momento, oyó a los secuaces del mafioso que preguntaron:

- ¿Esta todo bien ahí?, abran la puerta ya el tiempo termino.

- Lo siento, no has tenido suerte mujer- Dijo el hombre mientras se separaba de la chica.

Un corte y la cabeza de la feladora cayó separada de su cuerpo a unos metros. El sujeto levantó el cierre de su pantalón y desapareció por la ventana del edificio, mientras el cuerpo sangrante liberaba sus chorros de sangre, regando toda la habitación....

No lejos de ahí, un muchacho volvía acongojado de su cita a ciegas. Había sido un completo desastre y la chica lo rechazó rotundamente. La idea de interpretarle una canción fue pésima.
Quizás fue por eso que no vió al sujeto que venia corriendo sin mirar, se tropezaron los dos y los estuches cayeron. El muchacho miró al hombre y le pidió disculpas, el sujeto
le sonrió y tomando su estuche siguió su camino.

sábado, 2 de mayo de 2009

Capitulo 9

En el campamento de los sitiadores. Ikki regaña a Ulrik y a su ayudante, fueron muy descuidados. Abandonar el recinto para irse de cacería, eso era una locura. El Mago miró al muchacho ahora con quemaduras y le habló:

- Eres un escudero muchacho. Entiéndelo de una vez, no puedes ir por ahí luchando como si nada. Apenas y tienes una daga como arma. El campo de batalla es muy duro para ti, se paciente.

- No pude evitarlo, deseo con todas mis fuerzas ser un guerrero- Dijo el muchacho arrepentido.

- Y tu Necrófaga, no tienes porque exponerle de esta manera. Sé que le amas con todas tus fuerzas. Pero, sé más discreta. Si la Maestra del clan se entera, puede notificar a la orden- Le recordó el mago.

- Me tiene sin cuidado lo que haga esa arpía- Dijo la blonda enojada.

- Así que, ahora me llamas arpía; Necrófaga- Interrumpió una voz.

La Maestra del Clan Pitufos le miraba en forma reprobatoria. Sabía que era odiada por sus subordinadas, pero ya era natural para ella. Al ser la que imponía el orden entre las suyas. Pero, era duro ser el ejemplo de todas. Se acercó a la elfo y la olió, en sus labios se formó un gesto de ira. Su mano sacó la daga con una velocidad de vértigo. Ulrik no pudo hacer nada, solo cerrar los ojos. La sangre manchó su cara, asombrándole; no había sido alcanzado.

La mano de Ikki había sido atravesada por el arma. El Maestro de Almas miró a la mujer enfurecida y le dijo:

- En la enfermería estamos constantemente atendiendo enfermos. Es natural el contacto físico. No se apresure a sacar conclusiones.

- EL… EL LA TOMO, LO SE PORQUE SU ESENCIA IMPREGNA EL CUERPO DE MI HERMANA- Gritó la mujer fuera de si.

- No lo creo, es un escudero. Estuvo siendo atendido aquí por una paliza que le dieron en la cocina- Intentó calmarla Ikki.

- NO ME IMPORTA, LE MATARE; SUELTEME. NADIE PUEDE SABER DE ESTO. NOS DESPRESTIGIA COMO CASTA- Gritó la elfo sin ánimos de calmarse.

- Bien, entonces si tanto quieres proteger a tu casta. Déjale en paz, hermana. Si no, yo me quitaré la vida- Intervino Necrófaga.

La mujer se detuvo, esos tres le habían dejado completamente anonadada. Las fuerzas parecían abandonarle. Soltó la daga y se dejó caer al suelo, estaba cansada de toda esta situación. Unas lágrimas comenzaron a aflorar en sus ojos celestes. Era muy duro ver como todo lo que le habían inculcado se desmoronaba. Ella había sido elegida por los miembros de su tribu como líder. Y como tal, debía comportarse. Ella también quería hacer cosas alocadas y arriesgadas. Pero, nadie lo aceptaría. Con esa armadura dejaba de ser un ser vivo. Solo era líder y maestro de armas.

Lamentablemente, su posición lo requería. Ikki se quitó la daga de la mano y se vendó rápidamente. El albino se paró frente a ella y dijo:

- Arriba Skuld. Muestra cual es tu temple.

- Es triste para mí ver todo esto y no poder hacer más que regañarles. Es duro ser líder- Dijo la mujer mirando al piso.

- Lo se, alguna vez fui Maestro de Clan. Es un camino duro, pero eres la mas capacitada para serlo- Le dijo el Maestro de Almas.

- Lo siento, no debo llorar en momentos como este- Dijo la mujer parándose.

- ¿Que te trajo hasta aquí?- Preguntó el encargado.

- Athenas, mí subordinada esta con fiebre. Debe ser efecto de algún tipo de veneno. Necesito de su ayuda- Respondió la Lider.

- Bien, iré hacia allá- Prometió el hombre.

- Se lo encargo, debo ir a la batalla. Mis chicas esperan- Dijo la elfo mientras se retiraba.

- Descuide, ya iré hacia ese lugar- Le dijo el albino.

- Gracias, a los tres- Dijo la mujer antes de salir.

La rubia salia de la tienda y con fervor fue a unirse a las huestes. Tanteó los pomos de sus dagas y sonrió. Entre esos contrincantes, debía hallarse uno digno para usarlas. Si, aunque de momento no fuera necesario. Podía sentirlo, alguien poderoso estaba aguardándole.

La líder se unió a su grupo y con una seña les ordenó avanzar. Los guerreros avanzaban a paso mesurado. Las elfos les cubrieron de auras protectoras y de fuerza. Luego sacaron las flechas y comenzaron a tensar las cuerdas. La seña fue diferente esta ocasión. Las doncellas no lanzaron las saetas. Comenzaron a concentrar energía a su alrededor.

Ante esta visión, los guardias del muro comenzaron a dar la alarma. Esas elfos lanzarían su ataque más devastador. Ellos no contaban más que con seis elfos en sus filas. No podrían detener esos disparos. Ante los gritos que venían de afuera, Mekai se levantó del asiento y tomó su casco. El guerrero de Armadura del Fénix Oscuro se levantó también. Helscreem les siguió y otra figura encapuchada se les unió. El momento había llegado. Era hora de mostrarles contra quienes estaban luchando esos idiotas.

Los que asediaban pudieron sentir de repente como el ambiente cambiaba. Sobre las murallas vieron aparecer dos figuras nuevas. La figura mas baja se quitó la capucha y todos pudieron ver que era. En eones no habían visto a alguien de su clase. Una invocadora entraba en la escena. La cabellera negra cual noche ondeaba con el viento que de golpe se levantaba. Los ojos pardos brillaban, acompañando esa piel tostada por mil soles. Su mano izquierda brilló un instante y una fiera de fuego apareció en el cielo.

- Sahamut, devóralos con tus llamas.

La bestia se lanzó como una bola de fuego gigante sobre esas huestes ateridas. Solo los Maestros de Almas lograron repeler el ataque. Sus escudos de mana recibieron el hechizo. Pero, debieron mantenerlos porque las llamas amenazaban con devorarles. Al mirar nuevamente hacia el cielo… Vieron un gigantesco guerrero lleno de espadas lanzarse al ataque.

Las hojas aparecieron desde el suelo y todos debieron evadirlas. Algunos no tuvieron esa suerte. Pero las elfos lograron evadirlos. Sus saetas salieron en busca de los blancos en sus mentes. Los relámpagos llenos de energía atacaron la muralla. La capa ensangrentada cayó al suelo y la leyenda volvió a ver la luz. Helscreem saltó al encuentro de las saetas. Su Hoz brilló como un sol rojo que redujo varias flechas a la nada.

Las otras pudieron ser detenidas por las elfos con estaban de su lado. Tanto esfuerzo había sido en vano. Sin embargo, no desesperaron. Skuld tensó su arco de nuevo y lanzó su saeta. El rayo se llevó a una elfo que cayó de lo alto. El asesino sonrió debajo del yelmo. Tal vez, podría divertirse en esa ocasión. Las demás miraron a su líder que les indicó que descansaran. Ellas no tenían el nivel de energía suficiente como para realizar sucesiones de ese tipo de técnica.

Skuld en solitario volvió a tensar su arco. Los guerreros sonrieron aliviados y reanudaron su ataque. La sola presencia de esa doncella les devolvía el aliento. Los magos y Caballeros derribaron por fin una hoja de ese portón impresionante. Pero, lo que les aguardaba del otro lado les detuvo. Mekai junto a su ladero y sus guerreros salieron montados en sus Fenrirs.

Las fieras acorazadas atropellaron a los invasores. Muchos fueron victimas de las fauces de esos lobos gigantes. Otros apenas lograron evitar que las espadas y lanzas los redujeran a nada. Jamás esperaron algo así, esos guardianes ¿Qué tan fuertes eran? En su haber jamás esperaron una invocadora. Mucho menos que tuvieran monturas como los Fenrirs. Eran una caja de sorpresas, sin duda.

Los guerreros se reagruparon, pero solo para ser rodeados por los montados. Las puntas de las armas apuntaban a los cuerpos de los invasores. Todos quedaron detenidos, el silencio se apoderó de todo. Solo el ulular del viento se oía. Ni uno solo de los soldados se atrevía a mover un músculo. Uno de los jinetes se apeó de su Fenrir y se quitó el casco.

Mekai, líder del clan defensor hizo una seña y sus guerreros levantaron las armas. Los guerreros de esos clanes se apretaron un poco más. El hombre posó su espada sobre el hombro y les dirigió la palabra:

- Lo siento, pero debimos ponernos serios con Uds. He perdido a muchos de mis valiosos compañeros. No deseo un derramamiento de sangre mayor. Esta es mi última advertencia, se marchan en este instante o perecen bajo mi espada.

- No podemos solo irnos. Hemos dejado todo para tomar esta fortaleza- Dijo Pompo, como líder de la coalición.

- ¿Dejaran también sus vidas en pos de ello? ¿Piensan pagar ese precio?- Preguntó Mekai.

Los guerreros quedaron pasmados ante esas palabras. Ese hombre tenía razón en cierto sentido. Si morían ahora ¿Cómo podrían disfrutar de la victoria? Los hombres de armas tiraron sus espadas. En esa situación no podían luchar, monturas y jinetes eran iguales de peligrosos. No había sentido en luchar si iban a perder sus vidas en el proceso. Ellos peleaban para alcanzar su objetivo. No para verlo escurrirse entre sus dedos.

Las elfos se pararon, mientras veían como un hilo de sangre bajaba de los labios de su líder. Esta bajaba su arco, esto era en verdad decepcionante. Tantas luchas para ser derrotados de esta forma. ¿En verdad no estaban a la altura de esos sujetos? ¿En que punto habían fallado? Como si les leyera la mente, Mekai les respondió:

- Su error fue creer que nuestras fuerzas eran solo las que mostrábamos. Jamás me vieron salir a mí o a mis hombres de confianza. Siéntanse orgullosos, son de los pocos que me obligaron a salir. Vayan con la cabeza en alto, considérense afortunados.

Los guerreros apretaron sus puños encolerizados. Pero, no podían hacer nada. De lanzarse sobre ese hombre, serían despedazados. Cuando dieron el primer paso fuera de ese lugar. Los montaraces levantaron sus lanzas y las cruzaron. Esos Caballeros orgullosos de su poder pasaron la mayor de las vergüenzas. Debieron reconocer su inferioridad. Tuvieron que mascar su ira, odio y deseos de venganza. Quedaba muy claro, no eran lo suficientemente fuertes.

Sus ambiciones habían sido destrozadas. Chocaron contra un muro indestructible, la fortaleza les despedía. Creyeron tenerla ya en sus manos. Pero, fue solo una vana ilusión. Las lágrimas llenaron los rostros curtidos de esos guerreros. No habían podido lograr su objetivo. Seguían siendo solo martillos al servicio del mejor postor. Pero ya cuando estaban dándoles la espalda a esos guerreros. Pudieron oír una requisitoria:

- ¿Quieren unirse a nosotros?

Los vencidos se quedaron atónitos. Jamás se lo habrían esperado, los vencedores les invitaban a unirse. Una esperanza se abría para esos desolados combatientes. Mekai envainó su espada y les tendió la mano. Caballeros, Magos y Elfos se hincaron ante el guerrero. Finalmente alcanzaban su sueño, aunque no de la forma esperada. Los escuderos vieron como las huestes desaparecían tras el portón. La fortaleza volvía a quedar invicta. La leyenda seguía creciendo en el continente…