lunes, 6 de abril de 2009

Capitulo 4

Al llegar ni siquiera fueron regañados, no había tiempo que perder. Con sus manos presurosas ayudaron con las armaduras. Los guerreros comenzaron a tomar sus armas, ya aprestándose para el combate. Una vez que las correas estuvieron bien sujetas. Los hombres miraron a sus escuderos y les hicieron una seña. Luego, comenzaron a salir, en dirección a la batalla.

Ellos se quedaron mirándoles ir. Ese día posiblemente escribirían otra página de sus propias leyendas. Esos guerreros se volvían maquinas. Perdiendo toda humanidad en sus rostros. Solo tenían una cosa en mente: acabar con todos sus enemigos. Las elfos ya se aprestaban a comenzar con sus disparos. Sus arcos comenzaban a tensarse, las saetas ya estaban listas.

Los escuderos de más edad también fueron equipados con armaduras ligeras. Tomando lanzas y alabardas, ellos también irían a luchar. Ulrik les ayudaba a equiparse y mientras les vestía. Él les envidiaba, esos compañeros lucharían codo a codo. Estarían junto a esos Caballeros tan importantes e imponentes. Eso era un honor, al menos para los guerreros de baja categoría; como ellos. Mucho mas para aspirantes como ese chico inquieto.

Otro de los chicos se acercó hasta un tambor de madera. Allí hurgó entre los utensilios y extrajo un pequeño tubo. Luego, sacando un cristal de cortes irregulares… lo puso en un extremo. Con ese cristal bastante transparente, podía ver de cerca la lucha. Y eso que no estaba allí peleando. El muchacho miraba embelesado como se desarrollaba ese choque de clanes. Quedando por unos momentos, ajeno a todo su entorno. Los demás se pusieron su alrededor. Estaban expectantes, aguardando los comentarios.

El chico comenzó a contar luego de abrir la boca reiteradas veces:

- Los Caballeros del clan Alitas van al ataque, les siguen los de Team Grox y Pitufos. Han salido algunos guerreros del castillo… Son muchos, están bien armados.

- ¿Hay alguno con una armadura del Fénix Oscuro?- Preguntó Ulrik.

- A ver… Si, va en la primera línea. Ese hombre es muy bueno luchando, parece invencible. Ahí esquivó las flechas de nuestras elfos… es algo fuera de serie. ¿Ulrik? ¿Le conoces?- Inquirió el jovencito.

- No… no, he oído cosas sobre ese sujeto. Nada más- Respondió el joven.

- Ah, pues esta cambiando el ambiente de la lucha. Esperen, ahí van los del Special con el ariete. Diox mío, que golpe han dado. ¿Escuchan chicos?- Preguntó el relator.

En efecto, el sonido resonó en la meseta helada. Los goznes de ese portón temblaron ante el impacto. Las marmitas de aceite hirviendo comenzaban a inclinarse. Escudos de mana envolvieron a los asediantes. Mientras una ráfaga de flechas de penetración atravesaban los bloques de piedra.

Un grito ahogado brotó, uno de los encargados había sido alcanzado. Ese momento de confusión fue aprovechado. Un nuevo impacto sacudió el portón de madera y acero, el plan funcionaba. Ya podían ver el interior de ese castillo. Sin embargo, cuando fueron a dar el tercer golpe… Un sonido de engranajes alertó al Maestro del clan. Estaban por usar algo peor. El Caballero Revancha le hizo una seña al Maestro de almas. Este intensificó los escudos de mana. Una lluvia de dardos de punta metálica atravesó la puerta. Eso había sido peligroso, de no haber mediado el escudo místico ya habrían muerto.

Se volvieron a lanzar en una loca carrera contra el portón. Pero esta vez el aceite cayó antes. Tuvieron que clavar las botas. El escudo místico no cubría todo por completo. Si entraban en contacto con ese aceite hirviendo. Seguramente saldrían heridos. Pero, no se darían por vencido así como así. Los guerreros comenzaron a balancear el tronco mientras gritaban. Desde el campamento podían oír esos gritos salvajes. El movimiento aumentó y por fin, lo arrojaron contra la puerta.

El tronco del ariete salió despedido con fuerza. Chocó estrepitosamente contra la barrera que formaba ese portal. Los integrantes del clan alzaron los brazos enardecidos. Esa había sido una demostración de su fuerza. Pero no se contentaron con eso, reagrupándose con velocidad; fueron en auxilio de los demás. Los defensores del castillo de repente quedaron rodeados. Los cuatro clanes les acosaban por todos los frentes.

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