martes, 3 de noviembre de 2009

Muto Dori


¿Cuál es la diferencia entre cielo e infierno?
Solo un paso.

La situación se salió de mis manos. Me confié demasiado, maldita sea. Nunca pensé que este sujeto fuera tan diestro. Él me mira sonriendo con desidia, sabe que la diosa de la victoria esta de su lado. Claro que ha realizado la situación en que estamos.

Si tan solo hubiera sido más cauto en el combate… no estaría pasando por este predicamento. Eso me digo mientras le miro y respiro intentando parecer calmado. ¿Calmado? ¿Cómo mierda voy a estar calmado? Ese hijo de puta esta a escasos metros de mi con un sable español en su mano y un puñal en la otra. A un lado el cañaveral, en donde comenzó el enfrentamiento. Del otro las aguas heladas del arroyo en invierno. A mis espaldas, una bonita caída de cuatro o cinco metros.

La caída es una salida tentadora, si no fuera por las ramas que terminarían quebrándome al caer. O sea, que regresar en una pieza es imposible. Si, ya lo se: hoy no debí levantarme de la cama. Si, les doy la razón; maldita sea. Pero, no puedo volver el tiempo atrás.

¿Acaso creen que soy un mago? ¿O tal vez una especie de dios? No lo soy, solo un ser humano que ha caído muy bajo. Aprieto mis dientes con fuerza y me alisto para esquivar ese ataque a mi cabeza. Aguardo hasta el último instante y me muevo hacia la derecha, corriéndome por el punto ciego de su ataque. Sin embargo, su pierna es jodidamente certera. Esa patada ascendente me lleva de visita al piso.

Caigo de espaldas y ruedo hacia atrás evitando el ataque de la daga y la espada. Salvado por un pelo de rana calva. Solo por un pelo, porque puedo ver como la sangre me estorba la vista. Me rio, era de esperarse. Este tipo es tremendamente bueno. Más que bueno, es mucho mejor que otros imbeciles que revolean sus armas.

No tengo tiempo para alzar la vista, solo puedo moverme mirando sus pies que vienen a por mi. Delante mío no hay un hombre, sino un tigre cebado de sangre. Esta seguro de que su victoria es cuestión de tiempo. Si, una vez que me agote; podrá destruirme a sus anchas. Me muevo hacia la izquierda y luego hacia atrás.

Las hojas pasan demasiado cerca de mi cuerpo. Tanto que más de un cardiaco moriría de la impresión. Más de uno juraría que debí morir ante esos mandobles. Pero, algo me sostiene y me impulsa fuera del peligro.

Mis piernas duelen, mi espalda arde; mis brazos están llenos de moretones. Mi cara esta sucia y cortada. Pero, todavía estoy vivo aunque no lo parezca. Tengo miedo, pero no puedo quedarme bloqueado. El terror te bloquea, si llegas hasta ese punto ya no hay nada que hacer. Por eso, hay que mantener la calma y la paciencia.

Me muevo repetidamente hacia atrás evitando esa hoja sedienta de sangre por apenas un milímetro. Quiero salir corriendo de allí. Pero, darle la espalda a quien quiere tu vida; es lo mismo que ofrendársela. Y yo no quiero morir. No, quiero vivir y volver a mi hogar. Quiero dejar esto de una maldita vez. Quiero volver sano y salvo para que nadie se preocupe.

Eso es lo que deseo ¿Será esto lo que me mantiene en pie? No lo sé, tal vez el deseo de seguir viviendo sea fuerte en mí. Pero, estoy cansado. Hace tres horas que comenzó este infierno. Y desde el comienzo fui con todo. Pero… ahora, mírenme. El orgulloso guerrero esta lleno de heridas. Estoy más cerca del arpa que del bandoneón dirían los viejos.

Me duelen las manos, mi muñeca derecha esta hinchándose. De golpe tropiezo y caigo, pero me las arreglo para rodar y evadir otro ataque. Al levantarme puedo ver que ese maldito me mira. Ahora esta sintiendo lastima por mi condición. Si hay algo que no soporto es esa sensación en los ojos de la gente. ¿Qué los hace creerse mejores?

Si, la respuesta es mas que obvia. Yo estoy deshecho y él esta entero. Estoy lleno de heridas sangrantes y él se halla en mejores condiciones. No tengo armas y él conserva las suyas. Si, me tendría que dedicar a vender espárragos fritos en una plaza. Ya lo sé, no soy tan bueno como Shiki. No soy tan fuerte como mi sensei. No soy tan rápido como Shao.

Mi mente bulle aturdiéndome más. Pensamientos de peligro y miedo se debaten contra el deseo de seguir. Mi cuerpo esta acostumbrado, pero mi ser no termina de adaptarse a este tipo de situaciones. El peligro que conlleva enfrentarse a espadas sin tener un arma es gigantesco. Cualquiera de esos cortes puede cercenar una parte de mí con facilidad. Mis manos no pueden hacer eso, mis piernas tampoco. La desventaja no puede ser mas clara.

Me golpeo la cara, acomodo así mis pensamientos mientras mi rival se queda mirando incrédulo. Es lógico, nadie espera que en un momento así, uno se infrinja daño. Pero, es la mejor forma que conozco para dejar mi cabeza libre de tantos pensamientos. Aquí no se puede pensar, se debe actuar.

Es entonces que me percato, solo me queda una opción. La más alocada y arriesgada de todas. Ir hacia delante, siempre hacia el frente. No puedo retroceder mas, alargar mi agonía patética es un absurdo. Debo enfrentarlo, aunque esto signifique morir en el intento.

Morir ¿Cuantas veces he estado tan cerca de eso? Y a su vez, cuan lejos me he hallado al momento siguiente. En muchas oportunidades ha estado la parca susurrándome palabras hermosas en mis oídos. Otras tantas me ha abrazado intentando llevarme consigo. Pero, no era el momento; nunca lo fue. Ese instante nunca se revela, sino hasta que ya es tarde.

Mi rival arrojó su daga, la que desvié con mi mano mientras le veía venir hacia mí. El revés de mi mano se hizo con una hermosa herida. Quise gritar, pero ni siquiera pude con eso. No podía desperdiciar mi energía. Por eso, al mismo tiempo avance a su encuentro. Sus manos se levantaron, la hoja ganaba velocidad. Sin embargo, su momento de triunfo nunca llegó. Mis manos desesperadas golpearon con fuerza su mentón y garganta. No podía sino usar lo que me quedaba de fuerza. Estaba pegado a su cuerpo, que hora luchaba contra la falta de aire.

La espada cayo de sus manos, mientras mi verdugo caía. Sobrevivía de nuevo, a un costo muy alto. Pero, permanecía en esta vida que aún hoy me parece un regalo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario